Sobre Tasca Serreña

La llamada “Tasca Serreña” es una cantina real con mesas sencillas y con una mujer de unos sesenta años, doña Rosarito, sin novio ni marido, que prepara allí la botana: esa comida y poca cosa que acompaña el trago. Un tequilita para los señores, les preguntaron al entrar. Tequila La Piedad por favor, pidieron los Liquidadores. Los afanados camareros, de camisa blanca y pajarita, serviciales como se precia en los buenos meseros, ofrecieron a los muchachos ese tequila que les anunciaron alegres y decían, era suave. Superada la primera arcada, se aguantaba la botella entera. Los Liquidadores no se detuvieron hasta que los camareros no les dieron el alto, momento en el que iban tan borrachos y hablaban tan a gritos que ya no les admitieron el paso en ningún otro local. Así transcurrieron las primeras noches con Don José en la Ciudad de México: probando muchas cantinas, tequilas, mezcales y pulques, micheladas y margaritas, acabando tomados, perdiendo partidas de cartas, riendo a carcajadas y entonando sones tristes y de despedida a la madrugada. Siempre fueron muchachos educados y cordiales, amantes de las canciones populares y repeinados a una manera antigua. Así pues, pese a los infortunios del juego y la bebida, sin duda caían simpáticos y hablaban con amor, y en cuanto podían, se arrancaban con tonadas de puertos y desiertos, canciones que decían aprendieron bajo el sol y solitarios. Eso repetían, como si fuera importante, nosotros venimos y caminamos bajo el sol y solitarios. Sus canciones gustaban, y Doña Rosarito, la cocinera de la botana, sentía una especial predilección por ellos. Está usted de muy buen ver, doña Rosarito, le agradecían los Liquidadores. A lo que ella, para todos contestaba: me sobran energías muchachos. En la Tasca Serreña, todavía se recuerda esta canción, basada en hechos reales y de voz antigua como en los tiempos de Chavelas y José Alfredos:

Liquidador
viviendo en la cantina
el revolver siempre a mano
la figura de un traidor

Qué engañados estuvimos
qué dolor nos esperaba
al final de nuestro amor

Qué traición me reservabas
en tu negro pensamiento
no fui más que otra conquista

Liquidador
viviendo en la cantina
el revolver siempre a mano
la figura de un traidor

Dices que eres Guadalupano
pero sólo te importa el trago
No eres más que estafador

Que la muerte te persiga
maldigo tu calavera
Y en tu tumba reiré yo.

Liquidador
viviendo en la cantina
el revolver siempre a mano
la figura de un traidor