Los Liquidadores disfrutaron de éxito y placeres durante la época de las actuaciones en el Tropicana. Empezaron también a practicar un repertorio acorde a los gustos locales, interpretando boleros, rancheras y danzones de manera sentida y verdadera. En esos días nació la canción “Tropicana”, sensible y apasionada sin remedio, entregada a los amores desairados y fatales, porque las muchachas de la capital eran de armas tomar pero no les trataban en serio. Sí obtuvieron, a cambio, la enseñanza de canciones antiguas, de épocas de charros, Chavelas y José Alfredos. Las lindas mujeres del DF tenían muy buen gusto por la tradición, no así, por los tres que se hacían llamar Don José Liquidadores, nombre que les sonaba a empresa de fumigación e insecticidas, dedicada a acabar con toda clase de fauna infectada y nociva. No se equivocaban del todo, y les pedían, cámbiense el nombre señores, quiten lo de Liquidadores, es demasiado violento, y Don José siempre debe sonar a gran club de carretera con lucecitas de neón y señoras de vida alegre. Queremos hacer bailar a las señoritas de vida alegre y a los muertos, es cierto, respondían los Liquidadores. Entre tequila y tequila, los cabarets de antaño habían cambiado, no había divas de las de antes, los salones de striptease eran otra cosa y no encontraban mujer que bailara para ellos como ellos querían. Deseaban encontrar una mujer de piernas largas que les acompañara en sus actuaciones, como una serpiente de lengua afilada y piel oscura que hipnotizara a los presentes, pero se conformaron con telas granates y brillantes en el escenario, luces de camerino sobre el suelo, varias sillas y mesas esparcidas para su tequila La Piedad. Comprometidos con la autodefensa y perseguidos por el desamor, un buen día quisieron aprender a disparar. Compraron balas en una armería de las afueras y salieron a los descampados a practicar. Alcanzaron certeramente ventanas de coches abandonados, puertas de casetas en desuso, carteles oxidados sobre paredes deshechas, latas y botes ruinosos. Un perro flaco y arrugado, chico y viejo como él solo, cruzó por delante y de puro milagro no lo enterraron allí mismo. La compasión siempre acompañaría a los Liquidadores desde entonces.
credits
from Al fin que para morir nacimos,
released December 24, 2013
Texto perteneciente al relato "LOS SUCESOS NOS PONEN EN NUESTRO SITIO": sobre cómo la banda Don José Liquidadores aterrizó en México y desarrolló allí su oficio con maestría hasta grabar las canciones que componen su primer trabajo "Al fin que para morir nacimos".
Rocknroll, fandangos y surf, para todo tipo de fiestecitas. Hacen garaje, psychobilly, y alguna que otra jota. También
spaguetti western endemonidado y cancionero latinoamericano.
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