Sobre Sheree Pussy Tiger.

Una mujer en el Tropicana, el bar de la Plaza Garibaldi donde actuaban los muchachos, antigua artista de variedades y vodevil, madura pero bella, y que se hacía llamar Sheree Pussy Tiger (nombre tomado de la actriz norteamericana Sheree North), se acercó a los Liquidadores con la intención de trabajar con ellos en un espectáculo conjunto. Era lo que siempre deseó Don José, una atractiva mujer sobre el escenario moviendo todo su cuerpo al son de las canciones para el público asistente. Sheree cumplió este papel con gusto y empeño, y embaucó a los Liquidadores en un show que las autoridades pronto tildaron de inmoral y prohibieron desarrollar libremente. Un poquito de mordida permitió la celebración de sesiones clandestinas de madrugada y a puerta cerrada. Sheree posaba y danzaba con su ropa antigua de tigresa, la misma que la hizo famosa años atrás antes de caer en el olvido por culpa de promotores a los que no correspondió en el amor. Maldito es el amor cuando se vuelve violento. Con los Liquidadores, Sheree regresó de nuevo a los escenarios, con más años pero con algunas nuevas boas que la hacían convertirse en una especie de jaguar o serpiente emplumada que hipnotizaba a los hombres allí reunidos. Nada como esa carne poderosa para que los Liquidadores pintaran cada vez menos sobre el escenario en un show que ya era el show de Sheree. La relación entre ambos, de este modo, no pudo más que estropearse de forma rápida. Al mismo ritmo que renacía la popularidad de Sheree, se diluían cada vez más en el olvido los Liquidadores. Hablaron con ella: Sheree, eres puro rocknroll, pero nos robas el protagonismo y tienes que pasar a un segundo plano. A partir de ahora representarás escenas teatrales, muy dramáticas, donde tras tus bailes, fingirás tu muerte cada noche. Vestirás como siempre, no tendrás que derramar ni una gota de tu sangre, pero cada noche, Sheree, yacerás en el suelo, o en una mesa con botellas derramadas, o sobre una silla abierta de piernas, cada día caerás muerta para dejarnos paso a nosotros. Uno de los Liquidadores, según convengamos, entrará cada noche enmascarado o a cara descubierta, simulará que te dispara y continuarás como un cadáver sobre el escenario. Sheree accedió pero pidió un aumento de sueldo. Aflojen primero ese dinero, decía antes de cada actuación, una pura relación mercantil la de Don José y Sheree que no podía acabar bien, porque las cosas nacen hermanadas o hay que destruirlas cuanto antes. Y así la fatalidad sobrevino: por alguna tragedia inesperada, en una de las noches liquidadoras con Sheree, el arma se encontraba cargada y una bala real atravesó la ropa, el pecho, el pulmón, la espalda y toda la carne blanca y maligna de Sheree Pussy Tiger para instalarse en un amplificador Fender Twin que estremeció en un estruendo mudo de dolor. Rojas manchas de sangre brotando sobre el escenario, y el cadáver de esa bella mujer ya no se levantó más, pese a los aplausos del público puesto en pie, bramando en griterío y explotando en júbilo ante el espectáculo sangriento. Tras estos hechos, sin nadie que reclamara por Sheree, sin ningún acto fúnebre que preparar, y aclarada la situación con la policía federal, el Tropicana despidió para siempre a los muchachos prohibiéndoles acercarse a su bar, a sus inmediaciones, a su mero vistazo lejano, porque ya eran unos malditos que no hacían gracia a nadie ni serían bien recibidos.