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Sobre Aguascalientes

Tres preciosísimas muchachas de Aguascalientes invitaron a Don José a conocer su ciudad y sus costumbres. El viaje en auto desde la capital transcurrió con varias averías que amenazaban en siniestro total, pero ellos fueron más fuertes y superaron las altas temperaturas de los caminos bajo el sol y solitarios. El largo camino de carretera bien valía la pena. Una conveniente radio sintonizada alegró la marcha, y el resto lo puso algún traguito de buen licor y el gusto por la agradable compañía y las relaciones sociales. En Aguascalientes asistieron a la lucha libre con las bellas damas. La excitación era creciente y entre asalto y asalto, golpes y llaves, las señoritas se confesaron admiradoras de los luchadores de antaño, del Santo, de Blue Demon, de Huracán Ramírez y de muchos otros clásicos entre los clásicos. Don José también, y no perdieron la ocasión para comprarse unas máscaras. Hablaron del cancionero antiguo, y revelaron: no descartamos hacer nuestros conciertos solamente en rings, frente al público dispuesto a ver la vida misma sobre el cuadrilátero, cuántas enseñanzas, y cuánto sobresalto y miedo, deseo y escándalo sobre la lona, entre estas cuerdas. Sí, no hay mejor expresión del arte que la lucha a dos de tres caídas, sin límite de tiempo, fíjense en la ceremonia de salida de los púgiles, cuando calientan y rezan, o mientras se refrescan y descansan de los golpes recibidos: piensan en sobrevivir y en dar más fuerte y primero, en estampar unos buenos azotes y puntapiés, en abrazar mortalmente a su semejante, a empujones o patadas voladoras, no importa, uno de los dos saldrá derrotado para tal vez no volver nunca, puede ser su última vez, y por eso, recapitulan su vida a cada golpe de campana. Relájense señores, les interrumpieron las jóvenes que les acompañaban, no se apasionen tanto con este juego de niños, primero aguanten de pie donde les corresponda y ahora llévennos a bailar. Y así lo hicieron, salieron de los combates y fueron por tanto a la feria y bailaron, y comieron tacos y enchiladas, y jugaron en la rifa de caridad y ganaron unas botellas de mezcal “Andariego”, 100% hecho en México. Probaron a disparar en un puesto y lograron premio, ey, vaqueros, qué fina puntería les dieron, comentaban alrededor. Somos vaqueros, pero también sentimentales y pasionales, dijeron para el corrillo de curiosos asomados. Las muchachas bebían más que los Liquidadores y poco duró el Andariego. Continuaron bebiendo y bailaron desenfrenadamente corridos, agarrados y sueltos, quién pensaba en el mal de amores, nadie, eso pasaba sólo en las canciones, y la pregunta surgió clara: señoritas, querrían bailar para nosotros en nuestros conciertos, su piel de serpiente negra nos hipnotiza. Las tres mujeres recordaban a tambores aztecas, a los indios de los tiempos de los conquistadores, a la exploración de Cabeza de Vaca, a gente arrojada al volcán para ser sacrificada a los dioses. No tardaron en pensar la respuesta, y dijeron fríamente, lo sentimos muchachos, no piensen más en su oficio, nosotras ya trabajamos para el patrón Mendoza y nos complace del todo, nos encarga asuntos diversos en el desierto de Sonora y en la capital, es un hombre con importantes negocios, y (añadió una de las muchachas), muy apuesto. ¿Saben ustedes, Liquidadores, montar a caballo tan bien como disparan, son buenos y valientes jinetes? Obviamente, los tres carnales componentes de Don José pensaron en mentir, pero prefirieron ser sinceros, y dijeron no, también lo sentimos nosotros, no sabemos montar, y no nos interesa patrón ni dueño, hay demasiados Mendozas y Vargas y Obregones en este país, nos gusta nuestro oficio, ¿han pensado bien en lo de bailar?, insistieron los Liquidadores. Qué obstinados, muchachos, practiquemos entonces, porque están deseando, otros bailes que seguro les gustarán más. Los Liquidadores se preguntaron por el propósito de las tres lindas jóvenes que les acompañaban, y de lo que nunca hay duda, es que no hay mujer mexicana que no tenga propósitos. Llegados a casa de las muchachas, nada hacía esperar lo que estaba por llegar. Como buenas señoritas educadas y formales, no se despidieron con un beso en la mejilla sino que invitaron a los Liquidadores a tomar la última copa en casa. Hicieron desnudarse a los muchachos y les dieron una cajita, “Jabón de ven a mí”, donde podía leerse “se usa con excelentes resultados en todo embrujamiento que esté causando pleitos, discordias, separaciones y abandono entre esposos, amantes y novios”. No es nuestro caso, dijeron, pero peores cosas nos hemos tomado y aplicado. Embrujados por cierto pensamiento oscuro, empezaron a advertir formas espesas y lentas, creyeron ver a Moctezuma rodeado de jaguares, débil hombre pensaron, la ensoñación y el imaginario más diverso empezó a acariciarlos, melosamente, entre risas y proyecciones descabezadas, alucinando, inducidos al sueño, concibieron figuras falsas y embusteras, y antes de caer alegres al suelo, regresaron las chicas que tan amablemente los pasearon por Aguascalientes. Pobres Liquidadores, aquí tumbados con este sueño fatal. Las muchachas los estudiaron y examinaron con detalle, y sí, ya se sabía que eran hombres de carne y hueso. Administraron varias gotitas de elixir veracruzano sobre las pupilas de nuestros amigos e hicieron el amor. Distinguieron después que estaban tan drogados que durante dos días, tuvieron que convivir juntos y hacer vida en Aguascalientes, experiencia que Don José cuenta como real. Tras varios días amistosos en Aguascalientes, las muchachas estaban cansadas de preparar la comida y lavar la ropa de los Liquidadores, por lo que convinieron en despedirlos amablemente con un sencillo “ha sido un placer, una dulce velada, pero discúlpennos, mañana tenemos mucho trabajo, ya les llamaremos nosotras, y que tengan un feliz viaje de regreso a la capital”.

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from Al fin que para morir nacimos, released December 24, 2013
Texto perteneciente al relato "LOS SUCESOS NOS PONEN EN NUESTRO SITIO": sobre cómo la banda Don José Liquidadores aterrizó en México y desarrolló allí su oficio con maestría hasta grabar las canciones que componen su primer trabajo "Al fin que para morir nacimos".

Lea el relato completo en este enlace: donjoseliquidadores.tumblr.com

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Don José Liquidadores Spain

Rocknroll, fandangos y surf, para todo tipo de fiestecitas. Hacen garaje, psychobilly, y alguna que otra jota. También spaguetti western endemonidado y cancionero latinoamericano.

Son libertadores y están para servirles.

Albacete / Ciudad Real. España.
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